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A Bernardo de Gálvez en su cumpleaños.

A Bernardo de Gálvez en su cumpleaños.

Documentos de la Sección de Estado del Archivo Histórico Nacional

El día 23 de julio del año 1746 nació en Macharaviaya (Málaga) un niño al que se le impusieron los nombres de Bernardo, Vicente y Apolinar.  Algunos erróneamente han escrito que nació el 25. Si hubiera sido así obviamente se le hubiese puesto Santiago. El primero de los nombres es el del patrón del pueblo, San Bernardo, famoso monje del Císter, que a comienzos del siglo XII fue nombrado abad de Claraval, cargo que desempeñó durante la práctica totalidad de su vida religiosa. Fue inspirador del estilo gótico y de las Órdenes Militares. Por su trayectoria religiosa tuvo una gran y positiva influencia en la iglesia Católica, y fue canonizado el año 1174.

Desconocemos el por qué se le impuso Vicente como segundo nombre. Del tercero y último, Apolinar, cabe recordar que fue el primer obispo de Rávena, hoy una importante ciudad italiana situada al norte de la península, en la costa del Adriático. En ella está enterrado Dante Alighieri. Según la tradición Apolinar fue ordenado obispo de esta ciudad por San Pedro, y murió martirizado durante el imperio de Vespasiano.

Tal como indica su partida de bautismo, cuya fiel copia realizada en 1777 se conserva en el Archivo Histórico Nacional, Bernardo fue bautizado en la entonces pequeña iglesia de Macharaviaya el día 1.º de agosto. Fueron sus padres Matías de Gálvez y Josefa Gallardo. Con ello se deshace el error –muy extendido— de atribuirle Madrid como segundo apellido.

El documento que ahora difundimos, inédito al presente, es una loa a Bernardo de Gálvez escrita en latín por el sacerdote Antonio Buonavita —o Bonavita — como en realidad era su apellido, por lo que luego veremos. En la introducción de este añejo impreso dejó consignado que era capellán de la fortaleza de San Carlos de Perote, un importante bastión situado cerca de Veracruz, en el camino que conduce a Xalapa, Puebla y luego a la ciudad de México. Perote se encuentra a unos 160 km de Veracruz.

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La idea de construir esta estratégica e importante fortificación, la Real Fortaleza de San Carlos de Perote, surgió a consecuencia de la toma de La Habana por los ingleses en 1762, cuando estaba finalizando la guerra de los Siete Años. El objetivo era reforzar la defensa del virreinato ante un posible ataque británico. El proyecto lo diseñó el ingeniero militar Manuel de Santisteban, que lo fechó en Veracruz el 4 de abril de 1770. Este ingeniero estuvo destinado antes en Málaga durante dos períodos, como responsable de construir las defensas de la costa.

Parece muy evidente que Santisteban redactó dos proyectos: el primero respondía a un diseño abaluartado con forma de cuadrado, teniendo sus lados una longitud de 120 varas, y con sus vértices orientados a los cuatro puntos cardinales. Y el segundo proyecto, de la misma fecha, respondía a un diseño idéntico, pero la superficie del recinto se aumentaba, quedando sus lados con 280 varas de longitud. Con arreglo a este segundo proyecto se comenzó la obra el 20 de octubre de 1770. Tardó casi 7 años en construirse, y fue terminada el 31 de diciembre de 1776.

A Santisteban le auxiliaron para dirigir la obra entre otros diversos técnicos los también ingenieros Miguel del Corral y Diego Panes, así como su hijo Manuel. Las imágenes que se acompañan están tomadas de Wikipedia así como del blog https://facetashistoricas.wordpress.com Sobre Diego Panes —en realidad García Panes— se conservan en la Biblioteca Nacional de España varios documentos sobre la mejora del camino entre Veracruz y México. La investigadora mexicana María Lourdes Díaz-Trechuelo publicó el año 1966 un magnífico artículo biográfico sobre este ingeniero militar español, que además de su actividad profesional escribió una muy interesante obra histórica, cuya descripción merece mucho más espacio del que ahora disponemos.

Entre las imágenes más significativas de esta fortaleza destacamos la que muestra dos grandes estatuas de soldados españoles que se encuentran a modo de centinelas ante la puerta principal, y el escudo de España, que fue vandalizado en su interior para pintar un águila sobre un nopal, emblema de México.

Y, respecto a Antonio Buonavita, el autor del elogio poético, apenas habíamos encontrado dos referencias: que fue cura y juez eclesiástico de Ayacapixtla, un pueblo que pudo estar cerca de Perote. Y que fue autor de otro poema, igualmente en latín, cuyo título es In natali Josephi Napolionis Hispaniarum et Indiarium Regis Antonius Bonavita Parochus Maxicanus canebat, del que se conserva un ejemplar en la Biblioteca Nacional de España y que carece de fecha, aunque pudo ser impreso entre 1810 y 1811.

Pero hemos tenido la fortuna de poder localizar una tesis doctoral del año 2017, debida a D. Marcelino Trigueros Martínez y defendida en la universidad de Alicante, en la que se cita a Antonio Bonavita como nacido en Córcega en 1752. Arribó a Guarico en 1779 como sacerdote de la congregación de Propaganda Fide. Allí permaneció hasta 1783, por lo que con toda seguridad conoció a Bernardo de Gálvez mientras éste permaneció en la parte francés de la isla de Santo Domingo.

Posteriormente fue capellán del hospital de Xalapa, cerca de Veracruz, y más tarde cura de Ayacapixtla, nombre que al parecer fue cambiado por el de Yecapixtla, según nuestros amigos los investigadores mexicanos D. Jesús Torres y D. Alfredo Hernández. Bonavita, a lo que parece, tuvo una actitud bastante irregular y moralmente muy censurable, y también muy afrancesada, y de ahí el librito en homenaje a José Napoleón. Señalada circunstancia de su trayectoria es que fue capellán de Napoleón en la isla de Santa Elena. Cabe recordar que el comienzo de la caída del dictador francés se inició cuando sus ejércitos fueron vencidos y expulsados de España.

En todo caso el elogio que nos ocupa muestra la gran admiración que Buonavita sintió por Bernardo de Gálvez, al que muy probablemente pudo conocer en persona, puesto que el virrey almorzó e hizo noche en Perote el día 3 de junio, de camino hacia México, ciudad en la que entró como virrey de Nueva España el 17 del citado junio de 1785, es decir apenas quince días antes de que Antonio Bonavita terminase de componer su poema laudatorio.

Para concluir debemos agradecer muy sinceramente la traducción de este elogio que ha realizado el Padre Agustino D. Eusebio Manrique, con el que nos une larga amistad, así como la siempre valiosa colaboración de nuestro gran amigo y colega D. Francisco Cabrera Pablos.

Este pequeño recuerdo es un nuevo homenaje a Bernardo de Gálvez en el día de su cumpleaños, que hemos querido compartir con cuantos visiten nuestra web.

Elogio

Manuel Olmedo Checa

Málaga, 20 de julio de 2020